jueves, 11 de febrero de 2016

Poster

Mañana será la última sesión de la asignatura, y desgraciadamente no podré asistir porque estoy de estancia en el extranjero (una pena, tiene pinta de ser la más interesante de todas). Aun así he intentado hacer el poster por si a alguien le interesa el tema. Una vez terminado tengo la sensación de que he escrito muchas cosas y no sé si se entenderá en conjunto, y de que tal vez debería haber elegido una parte más concreta para poder hacer una explicación más ordenada y comprensible, pero en fin...Más o menos esto es en lo que estoy trabajando (aun comenzando).




















Ha sido un placer. Un saludo para todos

domingo, 7 de febrero de 2016

Fraude, patologías y curiosidades de la ciencia (T11)

Leo con interés la documentación sobre fraude científico, concretamente tres entradas:

La primera, sobre el sesgo de publicación (la no publicación de resultados negativos), es bastante comprensible, en parte por lo que comenta la entrada del reparo para reconocer la propia incapacidad, y en parte por los intereses encontrados. Esto es muy frecuente en el ámbito de la medicina y la farmacología, ya que la mayoría de las investigaciones están financiadas y promovidas por la industria farmacéutica.

La segunda, sobre el plagio, deja bastante claro como el “publish or perish” se nos está yendo un poco de las manos. Una vez vi con mis propios ojos un artículo que había sido enviado a una revista y que resultó ser una traducción palabra por palabra de un artículo en otro idioma. En ese caso se detectó y no llegó a publicarse, pero lo que habrá por ahí que no sabemos.
En tercer lugar me ha gustado especialmente el resumen sobre malas prácticas científicas en la infografía creada por Clinical PsychologyLlama la atención que uno de cada tres científicos admite prácticas de investigación cuestionables, y uno de cada 50 admite falsificar o fabricar datos. La cosa se pone aun más interesante cuando no se les pregunta sobre ellos mismos sino sobre las prácticas de sus colegas: un 71% dice que colegas suyos han empleado métodos cuestionables y 14% que han falsificado datos. Además parece que las malas prácticas son especialmente comunes en el ámbito clínico, médico y farmacológico ( en lo que yo trabajo!). Nos habla también de las 3 categorías más importantes de malas prácticas: inventar datos, falsificar/distorsionar datos y prácticas cuestionables (“cocinar datos, conflictos de interés, etc.).

Respecto a esto recuerdo especialmente un caso al que llegué al preparar una sesión sobre vacunas, y que años después sigue trayendo cola. Se trata de un polémico estudio publicado en The Lancet en 1998 que vinculaba la vacuna triple vírica con el autismo. La propia revista se retractó y reconoció que era un caso de fraude deliberado en el que se engañó a los padres, se hicieron pruebas inconvenientes a los niños, se fabricaron resultados y se ocultaron deliberadamente intereses económicos. Creo que no puede haber ejemplo más claro de la magnitud de las consecuencias que puede tener el fraude científico. Después de aquel estudio comenzaron a aumentar notablemente los casos de sarampión en Reino Unido por la disminución de las vacunaciones, y aunque se descubriera después el pastel, fue uno de los mayores impulsores de los movimientos antivacunas. Si a alguien le interesa que haga una búsqueda de "Andrew Wakefield"; encontrará información para leer hasta aburrirse (y llevarse las manos a la cabeza).

sábado, 6 de febrero de 2016

Indicadores de calidad en mi disciplina - sobre el factor de impacto (T10)

Interesante las explicaciones sobre los indicadores de calidad y el factor de impacto. Diría que en mi disciplina (ciencias de la salud) el factor de impacto es el indicador más extendido (y el único que yo conocía). Parece evidente que es un sistema imperfecto que presenta inconvenientes a tener en cuenta (como ser una medida de cantidad más que de calidad, las autocitas, la distribución no “normal” de las citas de los artículos, o la influencia del número y el tipo de artículos de la revista), pero es sin duda mejor que no tener sistema, o que otros sucedáneos (mención aparte merecerían los sistemas fraudulentos de evaluación de revistas que comentan en la entrada sobre falsas métricas). Al menos con las lecturas propuestas puedo hacerme una idea más clara sobre qué es y cómo se interpreta críticamente este valor del que tanto oímos hablar. De lo que ni siquiera había oído hablar es del "Immediacy index" y la "cited half-life", que explican muy bien en el artículo "Impact Factor: use and abuse" (Amin & Mabe).

En relación con este tema se hablaba hace poco en un foro del área en el que trabajo sobre nuevas medidas basadas en herramientas 2.0 o redes sociales que abrían las puertas a formas innovadoras de medir el impacto científico o la influencia de las revistas/artículos/autores. Compartían por ejemplo este artículo sobre el nuevo concepto de “twimpact factor”, que propone el número de enlaces a artículos científicos en twitter como medida inmediata del “social impact” de los artículos o revistas (dicen que este valor puede predecir los artículos que serán más citados si se tienen en cuenta los tres primeros días tras la publicación). Es un concepto interesante y que de alguna manera repara el inconveniente del “retraso” que requiere el IF, pero probablemente no vaya más allá de lo anecdótico (no me imagino por ejemplo a una institución pidiendo el twimpact factor de los artículos para calcular los méritos académicos, como hacen con el factor de impacto). Se hablaba también de otros valores, como el índice que utiliza ResearchGate, que mezcla IF + interacción entre autores + participación en la plataforma. En cualquier caso estos son sistemas que intentan adaptarse a las nuevas formas de difusión científica y relación entre profesionales y que, aunque no lleguen a sustituirlos, pueden ser complementarios a los tradicionales.

El nombre artístico (T9)

Pues sí, muy cierto esto de que parece evidente cuál es el nombre de un autor, pero que en realidad no lo es. Precisamente he sido aconsejada recientemente sobre este tema de cara a intentar publicar algún artículo. En mi caso tengo un apellido muy común, por lo que me aconsejaron utilizar la fórmula Apellido1-Apellido2 Nombre, que permite que aparezcan los dos apellidos, especialmente en publicaciones en inglés donde se incluye normalmente solo uno. Creo que esta será el “nombre artístico” que emplearé a partir de ahora, aunque en las pocas publicaciones anteriores en las que figuro no están unidos los apellidos con el guión. Una pequeña cuestión sobre este asunto es que creo que al menos en algunas publicaciones españolas quitan el guión entre los apellidos sistemáticamente si ven que no son apellidos compuestos al tener por costumbre incluir los dos apellidos.



En cuanto a los sistemas de identificación, yo conocía y estaba registrada en ORCID, pero no en el resto de sistemas que explican en el vídeo o la presentación. Por lo que he entendido ORCID además de asignarte un número para identificarte incluye la opción de asociarte a los números o perfiles de identificación de otras plataformas, lo que está muy bien para dejarlo todo bien atado. Me las apunto también para registrarme en todas partes; que si alguien no me encuentra sea porque no quiere…

Sobre revistas (T8)

Saco mis notas del día que trabajamos en la biblioteca para hacer un resumen de las cosas que pudimos ver.

En mi grupo de trabajo coincidimos dos personas de ciencias de la salud y dos compañeras que trabajaban en el ámbito de las ciencias experimentales (que me disculpen si no es así como debe decirse...). Respecto a las preguntas que se planteaban para la actividad:

- ¿Qué aspecto tiene una revista científica de verdad, de papel? ¿Son iguales por disciplinas?
En ambos casos las revistas que recopilamos tenían un aspecto parecido; eran recopilaciones de artículos científicos originales con un aspecto bastante similar.

- ¿Cómo de largos son los artículos? ¿Aproximadamente cuántas páginas?
La longitud variaba dependiendo del tipo de artículo, pero resumiendo puede decirse que entre 6 y 12 páginas.

- ¿Mantienen un formato y una estructura comunes? ¿Una o dos columnas? ¿estructura IMRAD o no?
El formato era bastante similar, en todas estaban a dos columnas y con estructura IMRAD en todas las que encontramos.

- ¿En que estilo están las referencias?
Esta es la parte en que más podían diferir las revistas de los dos ámbitos. En las revistas de ciencias de la salud se cita solo con un número en el texto y aparecen por orden de aparición al final en la bibliografía, mientras que en las revistas de las compañeras se citaba en el texto con el nombre del autor y el año, y aparecían las referencias al final en la bibliografía por orden alfabético (sin números). 

- ¿Hay muchas referencias? ¿Aproximadamente cuantas por página?
Casi todos los artículos tenían entre 30 y 40 referencias. No estaban distribuidas uniformemente a lo largo de las páginas, sino que se concentraban especialmente en la introducción y la discusión.

- ¿Se utilizan gráficas u otro tipo de elementos diferentes del texto plano?
Sí, encontramos varios ejemplos de tablas, gráficos e incluso imágenes en casi todas las revistas. Normalmente facilitan la lectura, la comprensión o la exposición ordenada de los datos, aunque a veces el exceso de datos o gráficos lo hace más engorroso.


Dejando a un lado el tema de las revistas y ya que no lo he comentado anteriormente, aprovecho para hacer un breve nota sobre la sesión presencial de ese día. Diría que estuvo bastante bien el resumen sobre competencias informacionales y los servicios de la biblioteca de la upna, y especialmente las explicaciones sobre gestores bibliográficos y lectores de RSS. Hoy en día me parece casi imposible trabajar sin utilizar estas herramientas, así que es importante conocer las distintas alternativas y saber aprovechar todas sus funciones. Yo suelo usar Endnote y Feedly, pero otras de las opciones comentadas parecían también muy interesantes, así que melas apunto por si un día me animo.


jueves, 28 de enero de 2016

Documentación científica (T6)

Retomo el blog con temas de los que hablamos hace ya tiempo y con los que intento ponerme de nuevo al día. Comienzo con la tarea 6, aquella en la que nos introducimos en la documentación científica...

Si tenemos en cuenta que el objetivo de la investigación científica es la publicación, puesto que la reproducibilidad es lo que singulariza a la ciencia tal y como la entendemos, no debería de extrañarnos que según la periodización de la historia de la documentación todo lo anterior a 1665 sea Prehistoria. Ese año marca el hito inaugural porque es cuando comienzan a publicarse las dos primeras revistas científicas en Francia e Inglaterra. De esas 2 revistas en 1665 hemos pasado en la actualidad a unas 60.000 o 70.000 revistas científicas y técnicas (según diferentes autores), de ahí la importancia de la documentación como actividad científica intermedia o interfaz entre los productores científicos y los utilizadores de información, sean estos científicos, políticos, productores industriales o lectores. La explosión informativa hace necesarios los centros de información y documentación, así como los medios de comunicación en general desde el punto de vista del receptor, y una especial eficacia en la redacción y exposición del conocimiento científico desde el de los científicos productores.


En este sentido, como joven investigadora que se inicia en las lides de la producción científica, me llama la atención que varios autores, como Day o Ruy Pérez Montfort, resalten la separación entre la escritura científica y la literatura. Day dirá que el científico debe ser culto pero no utilizar un ornato literario o metáforas, puesto que su redacción se debe regir por la claridad. Debe de haber olvidado Day que la claridad es un estilo que también necesita recursos de la elocutio, es decir, que las metáforas se utilizan, también en ciencia, no como fin sino como medio para conseguir comunicar más eficazmente los hallazgos de la investigación. Por eso para explicar los principios de la documentación científica J. R. Pérez Álvarez-Ossorio utiliza el símil de que el centro de investigación y documentación “cumple una misión análoga a la del aparato digestivo en el organismo humano”, o los autores de un video de divulgación científica sobre modos de transferencia dicen cosas como “sumergir al lector en la complejidad del conocimiento científico”. Ruy Pérez Montfort, por su parte, da dos consejos en “¿Cómo se divulgan los resultados de la investigación científica?” para una mayor eficacia que parecen calcados de la Epístola a los Pisones de Horacio, donde éste aconsejaba a dos jóvenes aspirantes a poetas: guardar lo escrito en un cajón para enfrentarse a ello con distanciamiento crítico más adelante, y entregar tu trabajo antes de intentar publicarlo a alguien de cuyo criterio te fíes. Es cierto, como dice Day, que los autores científicos no son autores literarios, pero los esquemas de la retórica, tanto las operaciones como la disposición de las partes del texto (¿alguien se ha molestado en tomar el formato IMRYD (Introducción, Métodos, Resultados y Discusión) y compararlo con el esquema general de un texto retórico?), o la regla general del decoro aplicada a los propósitos y el público al que se dirige la comunicación científica son igual de válidos para unos como para otros.

Está claro que el conocimiento científico no es tal sin la transferencia correspondiente, y ésta pasa siempre por el lenguaje. Quienes formamos parte de la comunidad científica no deberíamos, por tanto, buscar la singularidad del lenguaje científico (su jerga, su especial disposición, sus objetivos) respecto a otros lenguajes, sino intentar beneficiarnos de todos los recursos que éste nos ofrece, porque la ciencia no sólo se transmite mediante el lenguaje, sino que es lenguaje en sí misma.

jueves, 19 de noviembre de 2015

¿Qué es ciencia? (T3)

Seguimos con la siguiente tarea, leyendo y viendo materiales que nos introducen en la pregunta  qué es ciencia. Entre las entradas que he podido ver me ha gustado especialmente el video de Laura Snyder sobre “The philosophical breakfast club”, contándonos cómo cuatro científicos o filósofos naturales del siglo XIX revolucionaron el mundo de la ciencia desde sus ideales y sus métodos, fijando las bases de lo que hoy conocemos como ciencia. Viendo a estos personajes y sus logros pienso en lo que hablamos en la primera clase: ¿por qué no hablamos de ciencia o no nos consideramos científicos? Viendo y admirando a Whewell y compañía, los reconocemos fácilmente como científicos, pero se hace un poco difícil identificarnos con ellos, y no solo por vivir en el siglo XIX. Tal vez si hiciéramos un club de desayunos filosóficos…


Casi al final del video se resalta una consecuencia en parte negativa pero interesante de ese proceso revolucionario de profesionalización de la ciencia: una vez que los científicos se hacen miembros de una sociedad profesional son lentamente aislados del resto del mundo. Nos recuerdan lo que dijo Darwin: “A veces pienso que las publicaciones generales y populares son casi tan importantes para el progreso de la ciencia como la obra original”. Una de las preocupaciones de aquellos nuevos científicos fue poner la ciencia al servicio de la sociedad, y no solo del beneficio personal o de los poderes. Todo esto me lleva a reflexionar sobre dos cosas.
La primera es la importancia de la divulgación científica, para expandir el conocimiento y que éste nos lleve a sociedades más avanzadas y a la vez más motivadas y preparadas para seguir haciéndolo en el futuro. Me suele llamar la atención la dificultad de los medios de comunicación para informar al público general sobre noticias relacionadas con el ámbito en el que trabajo (la salud y los medicamentos). En muchas ocasiones no se explica bien el contexto, la información está sesgada, malinterpretada, o destacan datos anecdóticos en lugar de reflejar las conclusiones más importantes. No es tan difícil – pienso-. Luego intento explicar a gente cercana a qué me dedico y cambio de opinión. A lo mejor sí que es difícil… Puede ser difícil explicar en qué consiste una investigación, pero más aún que esto le interese a alguien. Y esto me lleva al segundo punto de reflexión.

Si es importante que la ciencia esté al servicio de la sociedad supongo que habrá que pensar qué es lo que nosotros vamos a aportar. Para qué va a servir, qué puede implicar, en qué se podrá aplicar o qué campos nos va a abrir. Aunque hay muchos ámbitos de trabajo diferentes esto es algo que no deberíamos perder de vista de una forma u otra. 
Por tanto hagamos cosas que importen y aprendamos también a comunicarlas.